David fue de los pocos en casa que nació en un Hospital. Nació en el Hospital Tricoche de Ponce, Puerto Rico. Por eso era León y de los buenos...
El más pequeño de los 8 hijos de doña Milla y Don Antonio. Y el número 25 de la estirpe de Don Toño.
Al ser el más pequeño era el querendón de todos. Yo tendría unos 8 anos cuando nació. Por cosas de la vida me tocó jugar el papel de Padre desde muy pequeño.
Le cambiaba el pañal, lo alimentaba y era muy celoso con él. Yo estaba pendiente todo el tiempo de ver en donde estaba y con quien se juntaba. Hace poco me dijo que yo fuí su peor pesadilla en los años de su niñez.
Le encantaba el baloncesto y se me escapaba para meterse en la cancha. Yo lo llevaba a ver los juegos. Al vivir lejos de Ponce adoptamos a Carolina como equipo y fuimos cada vez que podíamos a ver los juegos en la cancha de Country Club.
David fue mi compañero de cuarto hasta que cada cual se casó.
Era bien miedoso y hasta que yo no llegaba el no se acostaba. Lo encontraba dormido parao en la puerta del cuarto de Papi y Mami.
Fue mi cómplice en la de robar las salchichas, galletas y lo que apareciera a la hora de la hambruna de adolescentes. Fue mi compañero en la de compartir una cajita de dos presas de pollo y papitas del Caporal, cuando me llegaba la beca...
Fuimos socios en el primer negocio que tuvimos juntos, limpiando patios los sábados y Domingos. Había que vivir y aprendimos de niños a ganarnos el pan sin tener que pedir o robar.
Compartíamos, junto a nuestra hermanas Wanda y Jenny el cuidado de Don Toño al que había que freírle dos huevos cada mañana, afeitarlo y mantenerlo limpio y alimentado.
Somos dos tandas de hijos, los grandes, Daniel, Rodolfo, Migdalia (qepd) y Mirta quienes al David criarse ya estaban haciendo su vida en otros lugares y los chiquitos, Jenny, Wanda, David y yo. Yo era el mayor de los chiquitos y al Milla tener que salir a buscarse el peso vendiendo enseres en la calle, nos tocaba a nosotros mantener aquella casona... Aprendimos a cocinar juntos trepados en una banqueta. Por eso nos gusta la cocina y David era tremendo Chef-.
Maduramos demasiado jóvenes a fuerza de cantazo...
David se casó muy joven y por la necesidad, tuvo que dejar la Universidad para enfrentar sus obligaciones de hombre casado. Y no lloró, ni pidió... le metió mano al asunto y triunfó. Heredó de mi madre el arte de las ventas y le vendía una vela a un santo y una nevera a un esquimal. Por sus tres hijas en aquel momento, el haría todo lo necesario para que nada les faltara.
Fue un tremendo administrador... hizo rico a los dueños de los negocios que administraba. El era sumamente leal y dejaba el cuero porque el negocio echara pa' lante. A veces dormía dos horas nada más para que el negocio pudiera funcionar.
Trató en varia ocasiones de tener su negocio propio, pero en todas no tuvo la dicha de triunfar.
Pero no se amilanó, ni nunca enganchó los guantes.
Siempre con una sonrisa y un chiste, bueno o no tan buenos en su boca.
Siempre dispuesto a dar hasta lo que no tenía para ayudar al que lo necesitara.
Tuvo la dicha de hacer cientos de clientes que fueron sus amigos. Amigos que fueron su familia.
Tuvo la dicha de ver el fruto de su trabajo en unas hijas que hoy día son todas profesionales.
Tuvo la dicha de disfrutar la alegría de ser abuelo.
Tuvo la dicha de encontrarse en la última etapa de su vida a una mujer y una familia que lo querían, lo admiraban y lo ayudaron a encontrar felicidad. Gracias, ¡Gracias por quererlo!
Yo tuve la dicha de tenerlo en mi casa en la Florida para celebrar lo que sería su último cumpleaños. El de él y de su Cuñi, como llamaba a mi esposa Jean. Se alcaguetaban mutuamente. Celebramos por dos días sus 60 años como a él le gustaba con mucha comida, música y familia Por supuesto el lechón asado no pudo faltar. Para ti mi hermanito del alma.
Yo tuve la dicha de tener su compañía cuantas veces iba a Puerto Rico. Si por el hubiera sido tendría que ir a diario a su casa a comer. ..Su ultima paella la hizo para nosotros el mes pasado.
Cada funeral de nuestros seres queridos terminaban en casa de David y Aidita. Desde aquella morada, nos daba a todos el impulso para seguir viviendo. Se entregaba por completo. Nos reunía para esconder nuestra tristeza y compartir y olvidar nuestra penas. Siento en estos momentos que es eso precisamente lo que esta haciendo...una fiesta por su vida que vivió a plenitud.
Sufrimientos, muchos... Pero nadie se enteró.
Fue una dicha el tener a David en nuestras vidas...
Todos nosotros tuvimos la dicha de conocer a David!!!