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miércoles, 6 de marzo de 2019

Mi prima Lilliam



Llegó con un sobre manila en sus manos...

Era Noviembre del 2016. Vino acompañada de sus hijos José y Jorge, tres de sus nietos y la esposa de Jorge. En mi casa la esperábamos toda mi familia incluyendo alguno de mis nietos. Ellos estaban pasando unos días por acá en la Florida Central y habíamos acordado reunirnos ese jueves para celebrar juntos el día de Acción de Gracias.

Cuando venían a la Florida, Lilliam al igual que mi primo Lito, me tenían acostumbrado a recibirlos y pasar un día juntos. Al pricipio venía con Jaime, su esposo, luego con  alguno de sus hijos.

Comimos, bebimos, hicimos chistes y hasta uno que otro chisme se contó. Seguía con su sobre manila entre sus manos hasta que decidió dármelo.

Me dijo que haciendo resaque había encontrado unos fotos que quería que yo tuviera.

Yo abrí el sobre manila con ansiedad y encontré cosas que jamás pensé que encontraría. No quise darle importancia porque tenía un taco y no quería llorar. Lo escondí para seguir la alegría de la ocasión.

No fue hasta el próximo día que tuve los pantalones de meterme en aquel sobre.

Lilliam me llamaba su primo-hijo. Cuando mi madre me trajo al mundo, Lilliam vivía con nosotros porque mi tía Idilia estaba por los niuyores buscando fortuna. A la hora del parto,  Milla se puso mala y la comadrona sacó al muchacho y se lo puso en los brazos a Lilliam que observaba estupefacta el alumbramiento. Fueron las primeras manos que me acariciaron y quizás los primeros labios que me besaron. Desde ese momento fue un amor más allá que el de primos.



Aunque siempre sentí su amor, no podía imaginar cuán grande era, hasta que abrí aquel sobre de manila.




Allí encontré una carta que le hice cuando tenía yo ocho años de edad. Hoy tengo sesenta y ocho... Por sesenta años ella guardó aquella cartita como un tesoro.

Encontré fotos que nunca había visto. Entre ellas dos de cuando era niño. Las más viejas de mí y las  únicas que tengo .



Cuando llegaban las vacaciones de verano, Milla nos repartía a pasar los dos meses con la familia y amistades porque ella tenia que trabajar. Era en casa de tití Idilia o en casa de Lilliam. Fueron muchos los veranos que pasé con ella. Recuerdo aquella casa de  Country Club y el olor a guayaba en su patio. Aún hoy en día, al oler la guayaba pienso en Lilliam y Jaime. Con ellos aprendí lo que es el amor a la tierra.

Lilliam era mi fanática número uno. Perdí la cuenta de las veces que declamé poesía negroide en cuanta actividad ella estaba envuelta. A ella yo no podía decirle que no.

Ella estaba orgullosa de mí y yo de ella. Recuerdo una convención en un hotel de Dorado en que me la encontré con Jaime representando al gobernador de Puerto Rico puesto que Jaime era uno de sus asesores.  Qué linda se veía mi prima en la mesa presidencial!!!

En aquel sobre manila encontré recuerdos de mi boda, recortes  de periódico, fotos de la familia en distintas épocas...

Así era Lilliam, porque yo sé que no fuí el único que recibió su amor de ésta manera.

En aquel sobre Manila se resumía una vida de amor de una prima-madre y de un primo- hijo.

Aquel día lloré como un niño porque comprendía que en aquel sobre manila había también una despedida.

Te extrañaré hasta que nos volvamos a encontrar...