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domingo, 23 de agosto de 2009

Un candado a la nevera

De camino al trabajo esta mañana, escuchaba en "La Buya", (un programa de radio de por acá en Orlando) una oyente pidiendo a gritos la opinión de la audiencia a la solución que le dió su esposo para acabar el desenfrenado comer y comer de sus hijastros.Preguntaba ella: ¿Debo dejar a mi marido ponerle un candado a la nevera?
Y tuve que reirme, porque hace sobre 40 años atrás escuché a mi madre darnos a mí y a mis hermanos la misma advertencia y 20 años despues usé yo la misma táctica con mis hijos.
Los tiempos no han cambiado en este sentido. Hambre es hambre. La diferencia sí existe en lo que se come entre comidas.
La vieja llamaba al mal: solitaria. "Muchacho, tu tienes solitaria, si acabas de comer y estás buscando más comida".
Pero la verdad es que cuando se está creciendo tres comidas no son suficientes. Despues de los doce años el cuerpo pide comida, lo que sea, lo que aparezca.
Para los tiempos en que me criaba no habían la cantidad de "snacks" que hay disponibles hoy día. Viniendo de una familia grande y humilde apenas llenar la panza tres veces al día era una encrucijada para nuestros padres.
La "PRERA", que no era otra cosa que unas compras que se repartían gratuitamente y mensualmente a los más necesitados, eran un resuelve del cará. No faltaba la leche en polvo, la cual yo no me tomaba ni amarra’o, la mantequilla de maní, que era pasable, las latotas de mantequilla salada, pero era mantequilla de a verdad, no margarina, los huevos en polvo, la jamonilla, que ni regalándola se acababa y otras cosas más que ahora mismo no recuerdo...
Tambien daban "american cheese" ,queso y del bueno. Un matahambre con galletas Rovira o Sultana.
Volviendo a la perra hambre que da en esas edades, quiero recordar que este es el mejor tiempo para uno poner su imaginación a rodar. No es que uno aprenda a robar. Porque estoy seguro que la vieja no lo miraba de esa forma. Sino que uno trataba de comerse las esquinitas y el asunto era que nadie se diera cuenta. Si habían cuatro latas de salchichas, una menos podria pasar como desapercibida siempre y cuando no dejaras la lata vacía debajo de la cama. Par de aceitunas, un cantito de jamón de cocinar...
El pan era la mejor alternativa. Dentro del pan, mantequilla, pasta de guayaba, aguacate, queso, guineo, un huevo frito, salchicha, lo que apareciera contar de no comerse el pan "pela’o"
Cuando hacían compra, uno quería comer de todo lo que traian. La vieja nos hacia saber que ella mantenía un estricto conteo de lo que había en el gabinete y si faltaba algo, una investigacion tipo "Sherllok Holmes" le seguiría... pero como eran tantos los hijos de don Toño, era facil echarle la culpa a los demás. A mí me daba remordimiento cuando la vieja decía: "que se acabaron las paletas??? no probe ni una". Pero a la misma vez me daba rabia que escondiera los guineos y los encontraran despues por la peste.
En los tiempos malos lo más barato era lo que se comía mucho y es por eso que uno le rehuye a aquello que comió en cantidades. Yo tengo que estar de "bolla" para comer "corned beef" de lata, spaguettis, harina de maiz (en cualquiera de sus formas), sopas o sopones, viandas y aunque usted no lo crea, pasteles de hoja. El asunto era que la vieja hacía pasteles para vender. Imagínese usted, uno no se podía esconder y tenía que ayudar. Te sentaban en el piso con una dita y un guallo y un latón lleno de quineos y otras verduras y no te podías levantar hasta haber guayado tu asignación. A veces era toda la tarde y entrada la noche. ¿Y adivina que? La comida eran pasteles, el almuerzo eran pasteles y si no se vendian todos, era pasteles hasta que se acabaran...
Soy "lambio" para los refrescos ,el pollo y las chuletas. Se tomaba uno un vasito de refresco solamente cuando venía visita. El pollo y las chuletas era comida de los domingos y era una presa por individuo. Si llegabas tarde te tocaba el pescuezo. "And by the way", había que meterle el diente rápido porque si llegaba visita cuando se estaba comiendo, te quitaban tu presa para dársela a la visita.
Pero tengo que decir que aun con tantos adelantos, tantos "snacks", fast foods, frozen foods, etc, etc. no hay nada como un sandwich aplasta’o en papel de bolsa de colmado bajo la plancha de planchar. Un chocolatito "Cortés" con leche evaporada Carnation y un canto de queso de bola adentro para que se derrita... Salchichón del duro, pasta de guayaba con queso blanco...
En las noches de lujo, una lata de las grandes de "cocktail de frutas" bien frias y dividida en doce porciones iguales. El premio, una de las pocas cheries que traia la lata.
Al crecer y ser padre y tener que manejar un presupuesto apretado me ví en la posición de la vieja de tener que controlar la comida que se compraba para "estirarla" hasta el próximo cheque. Mis peleas eran un tanto distintas.Siempre habia refrescos, (yo me juré que no faltarían) pero había que conformarse con los "BuBa cola. Nada de Pepsi o Coca Cola. Cereales genéricos y únicamente para el desayuno.Leche, también para el desayuno.
Nos ocupabamos mi doñita y yo de tener "snacks" variados los cuales íbamos a comprar a montón por peso.Bizcochitos, galletitas, papitas fritas, etc. Siempre había algo o si no, se sacaba una caja de mezcla de las que se le hecha un huevo, un poco de aceite y leche y "violá": brownies, galletitas, bizcochitos o molletes al instante.
No es fácil criar y complacer el gusto de los voraces muchachos con un presupuesto bajo.
Ponerle una cadena a la nevera??? Nada más que una amenaza y una frustación... "Mientras se pueda, que coman!



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Jueves, 23 de Abril de 2009