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jueves, 20 de agosto de 2009

De vuelta a Ponce




Permítanme ser un poquito yoista en este relato: porque voy a hablar de Ponce, mi pueblo natal y muchas de las cosas de las cuales voy a hablar solo los ponceños las van a comprender... Pero puede continuar leyendo, porque voy a tratar de que me entiendan todos los que sienten amor por el pueblo que los vió nacer.
Despidiendo el 2005 y entrando el 2006 decidimos ir a Puerto Rico para la fiesta grande de año nuevo y pasar por allá el día de Reyes. Uno de los días lo dedicamos a visitar mi pueblo de Ponce para que mi hija y su gringo esposo lo conocieran.

La primera vuelta fue por la calle Estrella en donde me crié. Fueron solo minutos, pero mi espiritu y memoria retrocedieron años en tiempo y espacio. La casa en donde vivía ya no existe. Muchas de las otras están vestidas de nuevo aunque conservando su gallardía original. Mi mente marchó décadas atrás y volví a ver a Pancho Coimbre caminando desde su casa y parando frente a la de sus hermanas que quedaba justo en frente a la mía. Pancho Coimbre fue una gloria en el beisbol de Puerto Rico. Yo lo conocí viejo cuando ya no jugaba y era coach de tercera base con los Leones del Ponce. Fue él, el que me llevó por primera vez a ver un juego de pelota en el Paquito Montaner. Pancho vestía siempre con gabán y corbata y los zapatos bien "brilla'os haciendo juego con su pelo abrillantado con brillantina "Alka" (la del peinado perfecto). Todas las tardes me llamaba y me daba cincuenta centavos para comprar una "mixta", (arroz, habichuelas y carne guisada) en la fonda que quedaba en la calle Guadalupe, más allá de "Tumba la Vieja". La mixta no era para él sino para un perro grande que tenía. Pancho murió quemado en su casa al no encontrar en el apuro de la noche y las llamas, las llaves del portón de rejas.

Las hermanas de Coimbre junto con Isabel, eran el “Imparcial” (un periódico amarillista) del barrio. Conocían la vida y milagro de todos a la vuelta redonda. Eran ellas la que organizaban "las Fiestas de Cruz" y eran ellas las que adornaban el más bello árbol de Navidad que recuerdo. ¡Estadistas hasta la muerte!

Pasé por lo que era la Cárcel de Ponce justo al final de la Estrella y conectada por un callejón. Volví en mi mente a ver a los presos caminando en fila con escoba en mano y los carretones de drones llenos de basura. De niño, esperaba el desfile por la mañana y por la tarde cuando los presos salían a barrer las calles del pueblo. Yo no sé por qué, pero en aquel tiempo hasta los presos eran diferentes... Recuerdo que al fondo de la carcel vivía el alcaide de la prisión, don Ernesto Alcalá. Allí yo jugaba con sus hijos y los presos eran quienes limpiaban su casa y los alrededores. No sé, eran buena gente...

Un poco más abajo y al terminar esa calle estaba el Río Portugués. Allí tiré piedras en bruto. Al otro lado del rio se encontraba el Club Deportivo de Ponce para la gente “encopetada”. Yo me limitaba a ligar las muchachas en traje de baño que se metían en la única piscina que yo había visto en mi vida y a escuchar las orquestas que tocaban los "Té Danzants" o las fiestas de época.

Calle Estrella más arriba pasé por la casa del Doctor Hoyos y recuerdo el revolú que una vez se formó frente a su casa. La Tienda de Don Juan en la esquina y la oficina del abogado Lugo Bugal no se pueden olvidar. En la tienda de don Juan se compraban limbers de todos los sabores por un chavo y tenias la oportunidad de llevarte dos limbers , si al depositar la moneda por un rotito en la tapa de un envase de cristal lleno de agua, el chavo caía en un vasito de cristal al fondo del envase. En aquella calle despedimos el año muchas veces al son de petardos y ciquitraques y escuchando por la Radio El Brindis del Bohemio en la voz de Juan Yibre. Los bochinches y garatas de vecinos se olvidaban. Era mágico... borrón y cuenta nueva.

Pasé por lo que era el Rívoli y ví a "Maruca" todavía descalzo cortando la envoltura del dulce que vendía hasta lograr tener la silueta tuya para luego vendértela. Junto a él y dirigiendo el tráfico o presidiendo los funerales ví a "Uvita", flaco, en etiqueta o en uniforme, como fuera la ocasión

Pasé por la Plaza de la Delicias y escuché la Banda de los bomberos tocando las Danzas de Morell o los Danzones antiguos. Me remonté a la salida dominical para ver las "retretas" en donde las muchachas caminaban en contra de las manecillas del reloj y los muchachos a favor para encontrarse y verse de frente al son de la banda que tocaba su música. Pude tambien ver a don Andrés Grillasca vestido de blanco de arriba a abajo.

Pasé por mi escuelita Ramiro Colón Colón y recordé a la más eficiente principal que una escuela pudiera tener, Doña Judith Rodríguez. Recuerdo a mis maestras, "Misis" Caratini y a "Misis Pou, la hermana del pintor (así se les decía a las maestras aunque fueran "jamonas").

Volviendo al presente y a la realidad , nos encontramos frente a la alcaldía una especie de tren o trolley que ofrecía un recorrido gratuito por algunos sectores de la ciudad. Fue una pena que no se acompañara el viaje con una descripción narrada por alquien o una grabación tan siquiera, que describiera lo que estábamos viendo.Gracias a Dios que al ser yo ponceño reconocía lo que se trataba de presentar y pude narrar en ingles y en español para beneficio de mi yerno y los vecinos de viaje lo que veíamos. Pasamos frente a la zona bancaria, el Parque de Bombas, El Fox Delicias, el Teatro la Perla, La Ponce High, por Bélgica, por La Ceiba (el arbol de más de ochocientos años), por las casitas de los bomberos pintadas en rojo y negro, por tantas otras casas centenarias con estructuras y arquitectura fabulosas. Y quien sabe si yo tambien me perdí el apreciar algo interesante que se intentaba presentar en el recorrido. Al regresar y estando en la calle Villa, al ver pasar el trolley un hombre nos gritó:-“Bienvenidos a Ponce, aquellos que no son de Ponce”. Una pena vuelvo y repito no poder contar con una descripción apropiada. Para muchos, el paseo fue como una “trillita” gratis sin ton ni son.


Una pena que la mayoría de las Fuentes, incluyendo la de los leones en la Plaza de las Delicias estaban apagadas. Una pena que no los pude convidar a las cremitas de coco o chocolate que se vendían frente a los bancos. Una pena que no encontré ningún sitio que vendiera “domplines”, “ni piquito”.


De allí pasamos al Vigía para ver El Castillo de Serrallés y la famosa “Cruzeta”…Fue misión casi imposible conseguir estacionamiento. El Castillo es precioso y hay que felicitar a las personas a cargo de su administración y mantenimiento. Sus jardines como pueden ver en las fotos que acompañan este relato son impecables. Al llegar compramos el paquete que incluía la visita a los jardines del Castillo, el “tour” dentro del Castillo, visita a la Cruzeta y a un Jardín Japonés que yo no sabía que existía en Ponce. El Tour , nada tiene que envidiarle a los organizados en Disney World. (Aunque la película puede ser de mejor calidad). Mi yerno se alegró en cantidad puesto que la narración de nuestro guía fue en Inglés.( Y los que no hablaban Ingles… se chabaron…)



Andábamos con dos niños pequeños y trajimos con nosotros dos “strollers” para podernos mover mejor. Se nos pidió que los dejáramos debajo de una escalera, cosa que hicimos. A mitad del tour, nos dimos cuenta de la hora y abandonamos el tour para poder ver el resto de las atracciones antes de volver a San Juan. Al buscar los “strollers”, faltaba uno de ellos… Bueno, que remedio, mi hija se hechó la mas pequeña al hombro y emprendimos caminata para ver la Cruzeta. Con la lengua afuera llegamos y encontramos todo cerrado… Le dimos practicamente la vuelta a la Cruzeta y no encontramos ningún portón abierto que nos llevara a la famosa Cruz o al Jardín Japones -“ponceño”. Con toda la santa calma bajamos otra vez el monte y llegamos a la caseta en donde compramos los boletos. Allí no sabían que hacer al mi yerno quejarse en inglés del robo de su “stroller”y de lo que él entendía era un “rip off”al encontrar las atracciones cerradas. Al rato se presentó la Sra. Luciris Ortiz Torres quien se disculpó con mi yerno y accedió a devolver el pago total de las entradas. !Esta es mi gente! No me hicieron quedar mal, aunque se pasó el mal rato… ¿Del stroller?… Ella me pidió que la llamara para ver si alguien lo había devuelto… Si alguien lo devolvió que me envie un e-mail…

Nada…Ponce es Ponce, la Capital del Sur, La Ciudad Señorial y una Ciudad para el que la visite. Visitar Puerto Rico sin pasar por Ponce es como obviar parte de la historia que ha hecho a Puerto Rico ser la Perla del Caribe…
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