martes, 29 de julio de 2025

El Centro Capuchino




Como he dicho antes, yo no nací católico. Milla mi madre me bautizó en la Iglesia Católica siendo un bebê, por si acaso, según confesó. De ella aprendí a tener religiôn y de mi padre a ser un buen cristiano aunque él nunca iba a la iglesia. Mi madre me repetía. una y mil veces que yo tenía que ir a su iglesia hasta que cumpliera 18 años y después era responsabilidad mía escoger mi religión. 

Y así fue... al ser estudiante universitario me iba por la corriente de questionarlo todo y llegué hasta a probar lo que era la santería que era la moda.

Como ya les he contado en pasados relatos, llegué a la iglesia católica por estar con el bonche (lo que ahora llaman corillo) de chamacos del barrio y detrás de una  muchachita que me llamaba la atención. Me uní a la agrupación juvenil MPJ " Misión Posible de la Juventud," a la que cariñosamente llamaban el grupo de los Muchos Pendejos Juntos... Lleguè hasta a ser el presidente.

Me invitaron a ser parte del primer cusillo de Cristiandad para jóvenes  lo cual yo no sabía ni que carajo era y asistí con mi hermanito Xavier Dominguez, que en Paz descanse.

En aquel cursillo al no ser católico, hice mi primera comunión y experimenté lo que significaba ser católico. Me llamó poderosamente la atención el que las conferencias eran dadas por gente como yo. Allí hice varias amistades y conocí a dos chamacos de Trujillo Alto: Tito Chabert y Edgardo Rivera. Me envolví con los cursillistas, con los jóvenes de  Villa Carolina y los nuevos amigos de Trujillo me invitaron a conocer al Padre Juan y el Centro Capuchino.

Así llegue yo al Centro en el 1973 o 74. En aquella época no había equipistas. Padre Juan le dió la encomienda a Edgardo Díaz, quien era maestro del Colegio Santa Cruz, a que preparara a jóvenes del colegio para ser el primor equipo. Yo era el único extranjero de aquel primer equipo y conmigo me llevé a Xavier de Villa Carolina. 

El Padre tenia un formato del Retiro y te asignaba un tema para que tu lo desarrollaras. No había libreto, era el Espiritu Santo que hablaba por tu boca. A mí, Padre Juan me asignó desarrollar dos temas: Relación de Padres e hijos y lo que se llamó la Charla de Desición. Dos tostones...




Antes de llegar Padre Juan, el Padre Francisco Russo había desarrollado los Retiros para los Colegios católicos los cuales debían tener en su currículo un Retiro anual para los Seniors.

Imagínate la cantidad de Colegios Católicos en la Isla. Habían dos y tres retiros por semana. Mucho trabajo para un solo sacerdote.

Lo que es ahora el comedor era un rancho bien grande con camas literas. El Salón de Conferencias era un cuarto grande detrás de lo que era el cuarto y oficina de Padre Juan. El Comedor era una terraza Grande que tenía la Casa de los curas. Había una piscina en donde hoy está la Capilla.

El Padre Juan estaba solo con Fray Jaime y uno que otro fraile que iba y venía... y nosotros los muchachos de Santa Cruz y Villa Carolina que nos reuníamos todos los viernes o sábado a jugar cartas. De aquel grupo recuerdo a Pepe a Manuel Morales, Edgardo, Luis, Tito y otros que la mente me traiciciona. 

Se iban uniendo al grupo otros interesados, como una leyenda llamada Pedro Aquino. Este era un muchacho cursillista regordete y descuidado. Practicamente vivía en el Centro. De él yo aprendí mucho porque el te hablaba de tú a tú. Decía una sarta de disparates que daban risa pero te llevaba un mensaje al final del camino. El murió muy joven pero tocó muchos corazones.

Los colegios mandaban los estudiantes por sexo. Un retiro para los chicos y otro para las chicas. Empezaron pues a prepararse muchachas para los retiros femeninos. Recuerdo a Mayita, Gloria Cuevas, Carmen Bravo, Neida Diaz, Sonia y Mirna Matos y ya quisiera acordarme yo del nombre de todos y todas.

Algunas veces éramos nosotros los que viajábamos a los colegios en la isla.

Se ampió la capilla, se constuyeron los dormitorios y el comedor...

Llegó Fray Jay y se comenzaron a hacer la misas de los jueves en la noche. No había donde "parquear"y era como la continuación del retiro... mucho, demasiado entusiasmo. En una de esas misas conocí a la que es mi esposa de 48 años y hermana de uno de los productos del Centro Capuchino: Fray Jimmy Casellas.

El centro Capuchino marcó mi vida para siempre. Allí me encontré yo mismo. Me llevó a ser un hombre de a verdad, un padre y un mejor hijo, un buen (creo yo) esposo y hasta bisabuelo. Me permitió llegar a muchos muchachos como equipista y como maestro a ser mejores seres humanos. La Soledad de mí se alejó...

















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