A mí la política me fascina y la detesto.
Pero para jugar mi buen papel de ciudadano y cumplir con mi compromiso y deber de elegir aquellos a los que les doy mi confianza de dirigir los destinos de mi país… ¡Tengo que votar!
El proceso es tan importante que si no me cuido y dejo que los otros decidan por mí…me comen los dulces, me suben los taxes, me quitan beneficios, me ignoran… se embrollan y me embrollan: porque la deuda del país es la deuda mía. Le dan a los otros y me dejan a mí afuera.
De donde yo vengo, ya lo dice todo el mundo, la Política es el deporte nacional. Y yo creo que la comparación hasta cierto punto es buena. Cuando se es fanático del deporte, ganar es lo que importa. Vamos a un partido y toda la emoción del momento es saber quien ganó al final del último segundo jugado.
Los amantes del deporte verán y disfrutarán las grandes jugadas de sus estrellas y gozarán el momento se gane o se pierda el partido… (con la esperanza claro está, en que el próximo partido lo ganamos, porque somos los mejores).
Lo que pasa es que la política no puede ser un deporte jamás en la vida. Porque no es cuestión de ganar o perder o de hacer una buena jugada.
Y mucha gente lo que hace es precisamente eso… ¡si voy a votar quiero ganar!
Las encuestas precisamente son la bendición o la perdición de los candidatos políticos porque si los números o porcientos son amplios es difícil ganar siguiendo este principio.
Si nuestro equipo, digo, si nuestro partido cada vez que juega pierde, mejor no voto… (esa es la creencia popular y no necesariamente la mía).
A la hora de votar… y no nos queda mucho tiempo para decidir, tenemos que ver “Las cualidades de un buen candidato político”.
1- Tiene que tener presencia. Si eres muy feo, estas jodido. La gente quiere que quien lo represente luzca bien para yo lucir mejor.
2- Tiene que saber hablar. Que lo que diga tenga lógica. Que pueda hablarle a las masas y lo entiendan. Que cuando le hable a los intelectuales se los meta en un bolsillo y demuestre que tiene cultura y conocimientos… por lo tanto no puede ser bruto.
3- Tiene que ser un tremendo actor, que me haga llorar y me haga reir. Hasta el mismo Bush me hizo sacar una lágrima cuando le hablaba al país sobre el trágico 11 de Septiembre. Los otros días me reí de lo lindo con las ocurrencias de McCain en un acto benéfico. Los chistes no pueden ser mongos. Hugo Chavez sabe esto y lo pone en práctica muy a menudo.
Que yo disfrute el discurso aunque no haya dicho mucho ni nada nuevo.
4- No puede ser “mofolongo”como decía Luis Muñoz Marín en Puerto Rico. Tiene que ser agresivo. Que cuando alguien le dispare una pregunta “cargada” pueda dispararle pa’ tras y quedar bien . Que cuando el oponente le tire un golpe, pueda noquearlo de vuelta. En otras palabras no puede ser como decimos en mi barrio, un mama’o.
5- Que me haga pensar y me motive a actuar. Si habla mucho de lo que él o ella va a hacer por mí, se jodió conmigo porque ya yo sé que no va a hacer nada y yo seguiré pagando los platos rotos. Si un político no promete, no es político. Coño, pero que las promesas se puedan creer y yo pueda entender que si se puede.
6- Que diga más verdades que mentiras. Yo no creo que haya habido un político que no haya mentido. Todos mienten con el desespero de quedar bien. El único en la historia que dicen que no mintió fue George Washington…¡Sí Pepe!
7- Que reconozca sus errores. ¿Quién es perfecto? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Ahora sí, que haya aprendido de sus errores y demuestre que aprendió.
8- Que sea humano. No un títere. Que se parezca a mí.
9- Que tenga ambición de hacer y no de ser.
10- Que se reconozca como empleado y sea uno bueno. Sí, tú y yo somos los jefes y a los malos empleados se les despide cuando no hacen su trabajo. Que cumplan con su horario y sus obligaciones para que nuestra empresa tenga ganancias y no pérdidas. Que no me robe. Que trabaje conmigo y no en contra mía. Que yo soy el jefe, no el partido, los accionistas o la competencia.
11- Que se asemeje a mis principios, mis valores, creencias y razón de ser.
Volvemos a la pregunta: ¡Por quién vas a votar?
Ahí está el detalle como decía Cantinflas. Si usted es de los que vota por tradición, dígase que su familia ha sido toda la vida demócrata, popular, penepé, de este color o del otro... Si usted vota por el que esté arriba en las encuestas o usted es una batata política que está guisando, es fácil para usted. No tiene que pensar mucho…
Para nosotros es más difícil porque la mayoría de los políticos reúnen casi todas las cualidades mencionadas anteriormente. Por eso están ahí, porque los partidos políticos saben que usted está buscando esas cualidades y montan unas maquinarias increíbles para preparar sus candidatos a ganar. Los maquillan, les escriben los discursos, les dicen lo que tienen que decir. Los enseñan a hablar a mirar a la cámara, a modular la voz. Les fabrican una imagen…
Siguiendo las cualidades por mí establecidas… yo sí sé por quien no voy a votar.
Aquí en los Estados Unidos tengo que confesar que aún cuando estoy pegao de todos los medios, hay candidatos a puestos, principalmente locales, que no tengo la más puta idea de quien carajo son. Aquí tengo que utilizar la técnica del “tin-marín de los pingué”.
Por acá la política es más seca y se concentra en los grandes candidatos. El día de elecciones es un día más de trabajo y los resultados un titular en las noticias.
Hace falta hasta cierto punto el “chijí-chijá”. El “arriba y abajo”y las caravanas con la tumba coco…
Por la banda acá tengo que decir que las cosas están color de hormiga brava y pudieran haber muchas sorpresas. Es bueno reconocer que ya la mentalidad norteamericana está cambiando y dándole la oportunidad a los que pudieran hacer algo a hacerlo. Está en ellos demostrarlo. Tengo que decir que la influencia latina en esta política se está dejando sentir y que nuestro voto pudiera cambiar el rumbo de este país.
Pero lo bueno del asunto es que voy a votar y será un asunto entre mi papeleta y yo.
Pero para jugar mi buen papel de ciudadano y cumplir con mi compromiso y deber de elegir aquellos a los que les doy mi confianza de dirigir los destinos de mi país… ¡Tengo que votar!
El proceso es tan importante que si no me cuido y dejo que los otros decidan por mí…me comen los dulces, me suben los taxes, me quitan beneficios, me ignoran… se embrollan y me embrollan: porque la deuda del país es la deuda mía. Le dan a los otros y me dejan a mí afuera.
De donde yo vengo, ya lo dice todo el mundo, la Política es el deporte nacional. Y yo creo que la comparación hasta cierto punto es buena. Cuando se es fanático del deporte, ganar es lo que importa. Vamos a un partido y toda la emoción del momento es saber quien ganó al final del último segundo jugado.
Los amantes del deporte verán y disfrutarán las grandes jugadas de sus estrellas y gozarán el momento se gane o se pierda el partido… (con la esperanza claro está, en que el próximo partido lo ganamos, porque somos los mejores).
Lo que pasa es que la política no puede ser un deporte jamás en la vida. Porque no es cuestión de ganar o perder o de hacer una buena jugada.
Y mucha gente lo que hace es precisamente eso… ¡si voy a votar quiero ganar!
Las encuestas precisamente son la bendición o la perdición de los candidatos políticos porque si los números o porcientos son amplios es difícil ganar siguiendo este principio.
Si nuestro equipo, digo, si nuestro partido cada vez que juega pierde, mejor no voto… (esa es la creencia popular y no necesariamente la mía).
A la hora de votar… y no nos queda mucho tiempo para decidir, tenemos que ver “Las cualidades de un buen candidato político”.
1- Tiene que tener presencia. Si eres muy feo, estas jodido. La gente quiere que quien lo represente luzca bien para yo lucir mejor.
2- Tiene que saber hablar. Que lo que diga tenga lógica. Que pueda hablarle a las masas y lo entiendan. Que cuando le hable a los intelectuales se los meta en un bolsillo y demuestre que tiene cultura y conocimientos… por lo tanto no puede ser bruto.
3- Tiene que ser un tremendo actor, que me haga llorar y me haga reir. Hasta el mismo Bush me hizo sacar una lágrima cuando le hablaba al país sobre el trágico 11 de Septiembre. Los otros días me reí de lo lindo con las ocurrencias de McCain en un acto benéfico. Los chistes no pueden ser mongos. Hugo Chavez sabe esto y lo pone en práctica muy a menudo.
Que yo disfrute el discurso aunque no haya dicho mucho ni nada nuevo.
4- No puede ser “mofolongo”como decía Luis Muñoz Marín en Puerto Rico. Tiene que ser agresivo. Que cuando alguien le dispare una pregunta “cargada” pueda dispararle pa’ tras y quedar bien . Que cuando el oponente le tire un golpe, pueda noquearlo de vuelta. En otras palabras no puede ser como decimos en mi barrio, un mama’o.
5- Que me haga pensar y me motive a actuar. Si habla mucho de lo que él o ella va a hacer por mí, se jodió conmigo porque ya yo sé que no va a hacer nada y yo seguiré pagando los platos rotos. Si un político no promete, no es político. Coño, pero que las promesas se puedan creer y yo pueda entender que si se puede.
6- Que diga más verdades que mentiras. Yo no creo que haya habido un político que no haya mentido. Todos mienten con el desespero de quedar bien. El único en la historia que dicen que no mintió fue George Washington…¡Sí Pepe!
7- Que reconozca sus errores. ¿Quién es perfecto? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Ahora sí, que haya aprendido de sus errores y demuestre que aprendió.
8- Que sea humano. No un títere. Que se parezca a mí.
9- Que tenga ambición de hacer y no de ser.
10- Que se reconozca como empleado y sea uno bueno. Sí, tú y yo somos los jefes y a los malos empleados se les despide cuando no hacen su trabajo. Que cumplan con su horario y sus obligaciones para que nuestra empresa tenga ganancias y no pérdidas. Que no me robe. Que trabaje conmigo y no en contra mía. Que yo soy el jefe, no el partido, los accionistas o la competencia.
11- Que se asemeje a mis principios, mis valores, creencias y razón de ser.
Volvemos a la pregunta: ¡Por quién vas a votar?
Ahí está el detalle como decía Cantinflas. Si usted es de los que vota por tradición, dígase que su familia ha sido toda la vida demócrata, popular, penepé, de este color o del otro... Si usted vota por el que esté arriba en las encuestas o usted es una batata política que está guisando, es fácil para usted. No tiene que pensar mucho…
Para nosotros es más difícil porque la mayoría de los políticos reúnen casi todas las cualidades mencionadas anteriormente. Por eso están ahí, porque los partidos políticos saben que usted está buscando esas cualidades y montan unas maquinarias increíbles para preparar sus candidatos a ganar. Los maquillan, les escriben los discursos, les dicen lo que tienen que decir. Los enseñan a hablar a mirar a la cámara, a modular la voz. Les fabrican una imagen…
Siguiendo las cualidades por mí establecidas… yo sí sé por quien no voy a votar.
Aquí en los Estados Unidos tengo que confesar que aún cuando estoy pegao de todos los medios, hay candidatos a puestos, principalmente locales, que no tengo la más puta idea de quien carajo son. Aquí tengo que utilizar la técnica del “tin-marín de los pingué”.
Por acá la política es más seca y se concentra en los grandes candidatos. El día de elecciones es un día más de trabajo y los resultados un titular en las noticias.
Hace falta hasta cierto punto el “chijí-chijá”. El “arriba y abajo”y las caravanas con la tumba coco…
Por la banda acá tengo que decir que las cosas están color de hormiga brava y pudieran haber muchas sorpresas. Es bueno reconocer que ya la mentalidad norteamericana está cambiando y dándole la oportunidad a los que pudieran hacer algo a hacerlo. Está en ellos demostrarlo. Tengo que decir que la influencia latina en esta política se está dejando sentir y que nuestro voto pudiera cambiar el rumbo de este país.
Pero lo bueno del asunto es que voy a votar y será un asunto entre mi papeleta y yo.
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Domingo, 02 de Noviembre de 2008
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