Don Toño deja correr su pluma para narrar lo que le viene en mente. Puede ser de su pasado, de su presente... lo que recuerda y hace a otros recordar. Lo que hace estos días diferentes a su pasado. Habla de su vida en los Estados Unidos y como el cambio de cultura , de idioma y de sabores le afectan positiva o negativamente. Todo en un lenguaje de pueblo, con gracia y sin tapujos...
domingo, 5 de enero de 2014
¡Qué los velorios de antes no acaben!
Con el perdón de muchos, a mí los velorios de antes me encantaban...
Fuera de las bodas, bueno algunas, no había otra ocasión más propicia para conocer a la familia que ésta.
De primera instancia el muerto o la muerta tenía el poder de atraer y ser el centro de atención. Para muchos era la primera vez que se hablaba de él y las buenas cualidades que tenía. Yo no he conocido todavía un muerto que haya sido malo.
Mientras más se le llora, más emoción hay en el ambiente. Los hispanos somos bien dramáticos en este renglón.
Era como ir al cine pero en vivo y a todo color. Si uno conocía al difunto, grandes sorpresa y emociones se darían durante la noche. Quién viene o quien no viene. Cuán gordo o gorda están los parientes que hace siglos uno no ve,
Si se presenta la chilla con los otros hijos que no se conocían...
En ocasiones, hay dos o tres viudas en el mismo velorio. ¿Cómo se mirarán? ¿Habrá pelea? ¿cuál de las viudas llora más? ¿Quién se queda con qué?
En mis tiempos, el velorio era casi una fiesta... Se lloraba un rato, eso sí, se rezaba el rosario y venía el pastor para hablar bonito del difunto... Pero después de los actos protocolares, los que se quedaban se quedaban para velar que el muerto tuviera la despedida más amena que se pudiera tener.
Muchos de los velorios de antes se hacían en la misma casa del difunto. Las funerarias eran para los que podían pagarlas.
Recuerdo que las funerarias traían un "velorio pack" . Se sacaban todos los muebles de la sala y colocaban detrás del ataúd unas cortinas en " velvet" generalmente color violeta o color rojo oscuro. Ponían dos velones y unas parrillas de alambre para guindar las coronas fúnebres.
Cada vez que llegaba una corona de flores , ésta era recibida como la gran cosa y si usted quería lucir bien con la familia del difunto, mientras mas grande, mejor. Las coronas tenían dos cintas en las cuales se escribía y con letras escarchadas de mucho brillo en una un mensaje corto: Te recordamos, Dezcansa en Paz, etc y en la otra, quien la mandaba: Tu Famila, Tus Compañeros de trabajo, Los muchachos de la esquina...
El café prieto, el chocolate, el queso y el salchichón no podía fallar. Los más dolidos o los más alegres se iban detrás de la casa a darse el "juanetazo" o la fría, para aminorar el dolor y para entrar en calor.
Antes de mis tiempos, bueno llegué a ver uno en el barrio San Antón de Ponce, si el difunto era un niñito, se cantaba en lo que se conocía como el Baquiné...
A mí me gustaban los velorios de antes porque era una reunión en la que se unían amistades y familia. Uno se enteraba de cosas que no se sabía y uno escuchaba las historias más graciosas que uno no se podía imaginar. Los mejores chistes, de todos los colores, los escuché yo, precisamente en un velorio.
A los que aguantaban toda la santa noche sin dormir se les premiaba con un buen desayuno. Generalmente Café con leche, pan caliente con mantequilla y por supuesto, más queso.
Al otro día sería el entierro, si no había que esperar por alguien que venía de afuera...
Al difunto se le enterraba con honra y prestigio. Unas cuadras antes del cementerio, se bajaba el ataúd del coche fúnebre y se cargaba a pie por el medio del pueblo. El tránsito se detenía, las campanas de la iglesia tocaban. Al pasar el séquito fúnebre la gente se detenía, se quitaban los sombreros y gorras y se persignaban, aunque no conocieran al muerto.
Los tiempos han cambiado un poco. Muchas funerarias cierran a la media noche y botan a todo el mundo. Ahora hay velorios con gente pará, en motora, en ambulancia y hasta sentados. Ponen a los difuntos sobre mesas o meramente los creman y se le reza a las cenizas.
¡Qué no se acabe la tradición!
Nada como los velorios de antes... Todavía, sobretodo en los pueblos del interior de la isla se dan casi casi como los describo...
http://www.slideboom.com/presentations/874081/Enterrando-El-Pasado
Etiquetas:Relatos. Puerto Rico
Que los velorios de antes no se acaben
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